Es el mes de julio el último de actividades cofrades, de glorias, en Osuna hasta la festividad de nuestra Patrona en septiembre.
Devoción mariana a mitad de mes: de fresco que corre por las tardes en las viñas, de brisa salada a la orilla del mar, de escapularios y figuritas de escayola de esta Virgen en cada casa, de nombre de mujer.
La Virgen del Carmen es la Patrona de la gente del mar, de los carmelitas que en la Villa Ducal es la única orden religiosa que mantiene, a día de hoy, su presencia religiosa tanto masculina como femenina y Orden Tercera.
Conserva su Iglesia y su Convento un aire como de fotografía en sepia de una época que se fue y vuelve cada año por "El Carmen": del colegio de los años 40 y 50, de los seminaristas, de la velá en el corralón, de familiaridad entre los vecinos y de mucho trasiego en su calle.
Gracias a las personas que vivieron estos años hemos asistido estos días a la novena, ciertamente donde la afluencia de devotos es menos y mayoritariamente de señoras mayores. Pero la mirada de la Santísima Virgen sigue brillando, como un faro que guía a los barcos, y son muchos los matrimonios jóvenes que presentan a sus recién nacidos ante su Imagen en la víspera de su onomástica, continuando así esta devoción de familias.
Gracias a todos ellos, asistimos el pasado lunes a la procesión de la Vírgen del Carmen por su barrio más cercano, las calles Carmen, Carretería y Sor Ángela de la Cruz, engalanadas con damascos y macetas a las puertas de las casas abiertas, acompañada por los sones de la marcha que le ha dedicado Daniel Maldonado y recibiendo el canto de las Hermanas de la Cruz y una petalada poco antes de entrar a su casa alrededor de las once y media de la noche.
La Virgen del Carmen sonríe y hasta ella llegan las oraciones de jóvenes y mayores de Osuna y de Burkina Faso donde nuestros carmelitas y algunos vecinos de Osuna trabajan y mantienen vivo el carisma del escapulario carmelitano en el siglo XXI.
* fragmento tomado de una oración que se le canta a la Virgen del Carmen en su novena.
Antonio Morón Carmona
Devoción mariana a mitad de mes: de fresco que corre por las tardes en las viñas, de brisa salada a la orilla del mar, de escapularios y figuritas de escayola de esta Virgen en cada casa, de nombre de mujer.
La Virgen del Carmen es la Patrona de la gente del mar, de los carmelitas que en la Villa Ducal es la única orden religiosa que mantiene, a día de hoy, su presencia religiosa tanto masculina como femenina y Orden Tercera.
Conserva su Iglesia y su Convento un aire como de fotografía en sepia de una época que se fue y vuelve cada año por "El Carmen": del colegio de los años 40 y 50, de los seminaristas, de la velá en el corralón, de familiaridad entre los vecinos y de mucho trasiego en su calle.
Gracias a las personas que vivieron estos años hemos asistido estos días a la novena, ciertamente donde la afluencia de devotos es menos y mayoritariamente de señoras mayores. Pero la mirada de la Santísima Virgen sigue brillando, como un faro que guía a los barcos, y son muchos los matrimonios jóvenes que presentan a sus recién nacidos ante su Imagen en la víspera de su onomástica, continuando así esta devoción de familias.
Gracias a todos ellos, asistimos el pasado lunes a la procesión de la Vírgen del Carmen por su barrio más cercano, las calles Carmen, Carretería y Sor Ángela de la Cruz, engalanadas con damascos y macetas a las puertas de las casas abiertas, acompañada por los sones de la marcha que le ha dedicado Daniel Maldonado y recibiendo el canto de las Hermanas de la Cruz y una petalada poco antes de entrar a su casa alrededor de las once y media de la noche.
La Virgen del Carmen sonríe y hasta ella llegan las oraciones de jóvenes y mayores de Osuna y de Burkina Faso donde nuestros carmelitas y algunos vecinos de Osuna trabajan y mantienen vivo el carisma del escapulario carmelitano en el siglo XXI.
* fragmento tomado de una oración que se le canta a la Virgen del Carmen en su novena.
Antonio Morón Carmona