El mes de noviembre viene marcado por dos fechas importantes en la vida de los cristianos. El día 1 es la festividad de Todos los Santos, de todos aquellos que no aparecen en el santoral y de los que, no estando canonizados, llevaron una vida en compromiso con Jesucristo de manera ejemplar, digna de admirar e imitar. El día 2 recordamos a nuestro seres queridos que no viven entre nosotros, a nuestros difuntos que nos precedieron y enseñaron en la fe el amor a Dios y a la Santísima Virgen.
Ambas están muy relacionadas y en las Hermandades recordamos cada año a nuestros hermanos que murieron y que compartieron con nosotros la devoción a nuestros benditos Titulares. Por ello es costumbre en algunas Hermandades vestir de luto, como cualquier mujer que llora la muerte de un ser querido, a la Santísima Virgen en el mes de noviembre.
Así podemos contemplar a María Santísima de la Soledad en el Convento del Carmen, con manto y saya de terciopelo negro y sencillo rostrillo de tul.
María Santísima del Mayor Dolor aparece estos días junto al Santísimo Cristo de la Paz en su retablo por haber presidido allí la misa de sus hermanos difuntos y, aunque no está vestida de negro, lo está de manera sobria en terciopelo azul marino. Como bello detalle curioso se le pueden ver, levemente, los pies tallados de la imagen.
Igualmente está vestida Ntra. Sra. y Madre de los Dolores, de la Hdad. de Jesús Caído, de color azul marino con saya bordada en plata por Joaquín Araúz.
También Ntra. Sra. de la Esperanza está vestida con saya negra en recuerdo de sus hermanos difuntos, pero lo combina con su característico manto verde alusivo a su advocación. Resulta curioso y alentador pues en este mes de los difuntos, muy triste para algunos, el mensaje de esperanza siempre aparece en esta bella imagen de la Iglesia de San Agustín.
Fotografías: Eduardo de la Ossa, Antonio Flores, Juan Fuentes, Jesús Galván y Manuel Fdez. Carreño.