La Hermandad de la Vera-Cruz realizó su estación de penitencia en una magnífica noche, en cuanto a tiempo meteorológico se refiere, el Martes Santo. Esta corporación pasa por ser la actual hermandad de penitencia de mayor antigüedad y sus imágenes titulares son de las de mayor calidad artística del patrimonio ursaonés.
Hay que destacar el esfuerzo realizado por la Hermandad de la Vera-Cruz para mantener el orden en las filas de sus numerosos nazarenos, siguiendo el número de antigüedad, y por no romper un largo cortejo difícil de coordinar por los tres pasos que procesionan. Igualmente el ritmo de la procesión no fue tan pausado como en años anteriores y salida tuvo lugar puntualmente y la entrada de la Cruz de Guía se efectuó poco tiempo después del previsto, sobre la 1 de la madrugada y la entrada de la Ntra. Sra. de la Esperanza se produjo en torno a las dos de la madrugada.
Exornos florales tradicionales los de pasos de esta Hermandad: monte de iris morados para Ntro. Padre Jesús Cautivo que nos hacen mirar el bendito moratón de su hermosa y doliente cara; calas, lirios, rosas, cardos y esparragueras para el paso del Santísimo Cristo de la Ver-Cruz, el más antiguo de los que procesionan en Osuna; y astromerias y liliums rosa para el palio de Ntra. Sra. de la Esperanza y San Juan Evangelista, que volvió a lucir candelería, una incorporación acertada para este paso.
La Agrupación Musical de la Vera Cruz interpretó las marchas tras el Cristo de la Caña, la banda de música de Alcalá del Valle tras el Crucificado, con marchas clásicas como “Jesús de las Penas” o “Virgen del Valle”, lo que unido al estilo del paso y su característico exorno floral nos remitía a épocas pasadas de la Semana Santa. La Virgen de la Esperanza estuvo acompañada por la banda municipal de Osuna y antes de su recogida la agrupación musical de esta Hermandad le interpretó una marcha.
Todo ello unido al cante de numerosas y emocionadas saetas –interpretadas por ganadores del “Carmen Torres” y Manuel Cuevas- que nos hicieron vivir una noche brillante e intensa, que deja paso al ecuador de la Semana Santa ursaonense de silencio, oscuridad y recogimiento, como es la noche del Miércoles Santo.
