Próxima a la provincia de Sevilla y en pleno Condado de Huelva, la localidad de Chucena posee un interesante patrimonio escultórico que atesora la Parroquia de Nuestra Señora de la Estrella. Levantada en las últimas décadas del siglo XVIII, logró no ser profanado en los disturbios producidos en 1936 con motivo de la Guerra Civil, como ocurrió en la mayoría de los pueblos de la comarca.
De todo el patrimonio religioso nos interesa reseñar el busto de una dolorosa, con claras reminiscencias a la titular de la cofradía Servita de Osuna.
La Virgen de la Soledad de Chucena es una pequeña escultura en madera policromada de 50 centímetros de altura, obra anónima del XVIII, cuyo modelo iconográfico y expresión angustiada de dramático realismo recuerdan, en acertada opinión de González Gómez y Carrasco Terriza, las obras granadinas de Mena, José Risueño, José de Mora y Torcuato Ruiz del Peral.
Sumida en un dolor sin fondo, la dolorosa lleva manto que cae sobre la frente y le llena de oscuridad su rostro, del que resbalan unas lágrimas por las mejillas y donde se deja entrever el magistral modelado del cabello. El azul y el rojo son los tonos claros utilizados para la policromía ofrecen austeridad a las telas, contrastando con las carnaciones de la figura, en la que es más expresivo el silencio que su llanto.
Sobre su afligido pecho luce el corazón atravesado por las siete espadas, con lo que se quiere representar los siete dolores de la Virgen María. Una aureola de rayos agudos, rematados en estrellas, cubre las sienes de la dolorosa de Chucena.
La imagen referida, hace pareja con un Ecce Homo también de busto, de iguales características estilísticas y probablemente del mismo artífice granadino. La Dolorosa figuró en la Exposición Mater Dolorosa, celebrada en Sevilla en el año 1988, mientras que el Cristo pudo admirarse en Ave Verum Corpus, muestra eucarística que tuvo lugar en Huelva durante los últimos meses del año 2004.
De todo el patrimonio religioso nos interesa reseñar el busto de una dolorosa, con claras reminiscencias a la titular de la cofradía Servita de Osuna.
La Virgen de la Soledad de Chucena es una pequeña escultura en madera policromada de 50 centímetros de altura, obra anónima del XVIII, cuyo modelo iconográfico y expresión angustiada de dramático realismo recuerdan, en acertada opinión de González Gómez y Carrasco Terriza, las obras granadinas de Mena, José Risueño, José de Mora y Torcuato Ruiz del Peral.
Sumida en un dolor sin fondo, la dolorosa lleva manto que cae sobre la frente y le llena de oscuridad su rostro, del que resbalan unas lágrimas por las mejillas y donde se deja entrever el magistral modelado del cabello. El azul y el rojo son los tonos claros utilizados para la policromía ofrecen austeridad a las telas, contrastando con las carnaciones de la figura, en la que es más expresivo el silencio que su llanto.
Sobre su afligido pecho luce el corazón atravesado por las siete espadas, con lo que se quiere representar los siete dolores de la Virgen María. Una aureola de rayos agudos, rematados en estrellas, cubre las sienes de la dolorosa de Chucena.
La imagen referida, hace pareja con un Ecce Homo también de busto, de iguales características estilísticas y probablemente del mismo artífice granadino. La Dolorosa figuró en la Exposición Mater Dolorosa, celebrada en Sevilla en el año 1988, mientras que el Cristo pudo admirarse en Ave Verum Corpus, muestra eucarística que tuvo lugar en Huelva durante los últimos meses del año 2004.
Manuel Jesús Cartes Barroso