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viernes, 24 de abril de 2009

“Éste nos iguala a todos”

Tenía que seleccionar algunas “semanas santas” de la Sierra Sur de Sevilla y presentarlas documentadas para el Atlas de Patrimonio Inmaterial de Andalucía. De cada una de ellas, además, tenía que optar por una sola procesión, el apretado calendario obliga, porque son muchas a estudiar. En Osuna escogí la de Nuestro Padre Jesús Nazareno recordando una entrevista que realicé hace ya tiempo a un emigrante, Francisco Segura, que emigró de Osuna en la década de los setenta. Lo conocí en Hospitalet de Llobregat convertido en capataz de la Asociación Cultural Andaluza Cofradía Hermandad “Los Quince más Uno”. Francisco, fue el primero que me dio a conocer la hermandad nazarena, que justificaba su actividad semanasantera en la distancia.


Fue patero del Nazareno, sitio que heredó de su padre, “mi sitio lo tuve que dejar cuando me vine, eso fue muy duro para mí”. Francisco fue protagonista del inicio de las hermandades creadas por lo andaluces fuera de Andalucía, un fenómeno socio-cultural que no muchos supieron entender en sus inicios. Y si en la distancia el fenómeno apareció con tanta fuerza, habría que conocerlo en su origen.

En la mañana del Viernes Santo, la Cruz de Guía llegando a La Colegiata me anuncia el recorrido a la inversa que tenía que pisar para llegar hasta los pies de Nuestro Padre Jesús.

El empedrado camino dificulta la bajada hasta el extremo de hacerme concentrar en mis pisadas para no dar una en falso y caer. Recorro tramos de nazarenos que dejo a ambos lados de mi camino y dejo atrás a los que portan las insignias centrales. Tras varios recodos, la angosta calle deja ver a lo lejos la Cruz del Nazareno. A duras penas consigo bajar hasta la imagen, cada vez se hace más estrecho el camino, porque cada vez hay más gente. Atrás quedan los escasos veedores laterales, la bulla está junto al paso.

Por fin, me introduzco en medio del apretado gentío. Soy una más pensé, mientras sujetaba la cámara, a modo de herramienta recordatoria que ilustre mis observaciones.

El absorto gentío situado de cara a la imagen cada vez reclama más mi atención y entendí en este primer momento que se debía al entusiasmo y al apego con la hermandad que los identifica.

Así, fui acercándome al paso hasta que me vi junto al patero derecho, invisible claro está, como los protagonistas del ritual, salvo Carlos Pérez, el capataz que alienta y manda a los treinta y tres costaleros. Me uní a ellos y desandé lo andado, emprendí el camino a la inversa, de espaldas a los nazarenos, sin dejar de mirar la imagen, como todos los demás.

La empinada calle escalonada y de piedra, ahora a la contra, no ofrecía eventualidad ni peligro aquí si se cae uno caemos todos, escuché a mi espalda. Y así era, apretujados y ceñidos, los cuerpos se movían el revés bajo un mismo ritmo, el que marcan los costaleros “de costero a costero ”. Ellos imponen las reglas en este tiempo ritual de duras proezas, con los kilos del paso sobre los hombros, el recorrido más largo de Osuna y por la cuesta más empinada, “esta cuesta se sube del tirón, con el peso en los dos hombros, y con el paso de costero a costero, al estilo tradicional de Osuna” me dijo el Hermano Mayor del Nazareno, Manuel Caraballo que custodia el paso, de cara a ellos sin perderlos de vista.

Los costaleros de estas dos hermandades, se levantan con la chicotá de la Plaza Mayor, junto al Casino, y no paran hasta llegar a La Colegiata, Recordé las palabras de Francisco Segura Maldonado, “yo de chico, le llevaba el café a mi padre por la cuesta de la Colegiá para esperarlo cuando llegara arriba, y después ocupé su sitio cuando él murió”. En Hospitalet como en Osuna los costaleros de Nuestro Padre Jesús lucen sus proezas al mando de su capataz.

Las durezas de la empinada cuesta de Osuna, se transforman en requiebros, piropos del capataz y aplausos del gentío, “éste nos iguala a to”, volví a escuchar a mi espalda, y entonces entendí el sentido completo del cortejo, caras cómplices, ojos empañados, quizás de otros costaleros, miradas con destellos de hondas emociones. En Osuna y desde la distancia, son atisbos de sagrado recogimiento compartiendo un mismo tiempo ritual cargado de anhelos y renovadas esperanzas.


Isabel Aguilar Majarón
Antropóloga. Responsable en la Sierra Sur de Sevilla del Atlas de Patrimonio Inmaterial de Andalucía (IAPH).