El pasado Jueves Santo dejó en nuestras memorias imágenes de esplendor, trabajo y sentimiento cofrade. La Hermandad de Nuestro Padre Jesús Caído y la Hermandad de Nuestro Padre Jesús de la Humildad y Paciencia nos hicieron vibrar con sus Estaciones de Penitencia. Cada rincón que llenaban con su paso, cada llamada de los capataces, cada paso de los costaleros, hizo que los cofrades ursaonenses disfrutaran de una jornada de Semana Santa marcada por la belleza, la ilusión y el sentimiento cofrade.
Sobre las ocho de la tarde, el paso de Cristo atado a la columna salía del Convento del Carmen presentándose ante un gran número de personas expectantes, a la vez que fue recibido y acompañado por la Agrupación Musical de la Vera-Cruz. Tras el paso de Misterio, tuvo lugar la salida del paso de Palio de María Santísima de la Soledad, regalándonos el precioso sonido de sus varales y luciendo sus claveles y rosas blancas. Hermosísimo el comienzo de la Estación de Penitencia de esta Hermandad a la que acudieron dos capataces del equipo de Antonio Santiago de Sevilla que ayudaron durante los ensayos desde noviembre a estos costaleros y que acompañaron a ambos pasos durante todo el recorrido dándole, si cabe, mayor realce al desfile.
Mientras tanto, el paso de Nuestro Padre Jesús Caído avanzaba cercano a tierra para pasar por la puerta de la Insigne Iglesia Colegial. Imponente su salida desde Nuestra Colegiata al igual que lo fue la de Nuestra Señora y Madre de los Dolores. Sus costaleros, con un paso clásico y elegante, supieron emocionar a los que allí se congregaron, mientras se escuchaban las marchas que nacían de los instrumentos de la Banda de Cornetas y Tambores Sant Lluis Bertran (Valencia) y nuestra Banda Municipal de Música de Osuna. Tras la salida, la Cruz de guía avanzaba buscando su histórica plaza de la Merced.
Por Gordillo y Carrera, continuó su camino el Cristo atado a la columna, que paseó su nueva túnica morada y la restauración de sus respiraderos llegando majestuoso a Carrera oficial donde apenas se podía ver el suelo de la plaza Mayor, por el gentío que lo cubría. La Banda Municipal de Gines acompañó a María Santísima de la Soledad en su recorrido, provocando los aplausos de todas las personas que rompían a llorar a su paso.
Explosión de emoción, la que tuvo lugar en la plaza de la Merced, con la llegada de Nuestro Padre Jesús Caído, volviendo a sus raíces, y con todos sus vecinos esperando al “patrón” de su barrio. Tras bajar por Alpechín y enfilar la Carrera, llegó a la plaza Mayor para pasar por Carrera Oficial y prepararse para la “Odisea” de la subida a la Colegiata por Luis de Molina.
Los costaleros del paso de Misterio de Cristo atado a la columna continuaron con su recorrido mostrándonos su buen hacer en el “arte de llevar al Señor”, destacándose su paso por nuestra querida calle molinos, entre cuya estrechez acogedora se vivieron momentos de emoción indescriptible sumados al bello caminar de María Santísima de la Soledad. El Cristo, al llegar a las puertas del convento del Carmen, esperó, como siempre, a su Madre, para levantarse y ser mecido al son de la marcha, al igual que después hizo la Virgen. Bellísima la entrada de esta Hermandad, que nos dejó la alegría de su extraordinaria Estación de Penitencia, junto a la tristeza de esperar un año más para disfrutar de su desfile procesional.
Nuestro Padre Jesús Caído subió de forma soberana la dura y pedregosa Cuesta de los Abades, acompañado hasta el final por los ursaonenses que no querían perder ni un instante de nuestra Semana Santa. Nuestra Señora y Madre de los Dolores, realizando un esfuerzo supremo admirable, subió en una “chicotá” desde la plaza Mayor hasta la Insigne Iglesia Colegial, donde se encerró entre los claveles blancos que la adornaban, en una sorprendente maniobra costalera. Entre sus muros se escuchó el último toque del llamador que fue seguido de saludos efusivos entre los hermanos de la Hermandad y espontáneas felicitaciones.
En resumen, unos corazones ursaonenses llenados por un Jueves Santo engalanado con las Estaciones de Penitencia de nuestras queridas Hermandades y bañadas por la luz de la Luna y las estrellas que Dios quiso regalarnos aquella mágica noche. Enhorabuena Humildad y Paciencia y Nuestro Padre Jesús Caído.
Sobre las ocho de la tarde, el paso de Cristo atado a la columna salía del Convento del Carmen presentándose ante un gran número de personas expectantes, a la vez que fue recibido y acompañado por la Agrupación Musical de la Vera-Cruz. Tras el paso de Misterio, tuvo lugar la salida del paso de Palio de María Santísima de la Soledad, regalándonos el precioso sonido de sus varales y luciendo sus claveles y rosas blancas. Hermosísimo el comienzo de la Estación de Penitencia de esta Hermandad a la que acudieron dos capataces del equipo de Antonio Santiago de Sevilla que ayudaron durante los ensayos desde noviembre a estos costaleros y que acompañaron a ambos pasos durante todo el recorrido dándole, si cabe, mayor realce al desfile.
Mientras tanto, el paso de Nuestro Padre Jesús Caído avanzaba cercano a tierra para pasar por la puerta de la Insigne Iglesia Colegial. Imponente su salida desde Nuestra Colegiata al igual que lo fue la de Nuestra Señora y Madre de los Dolores. Sus costaleros, con un paso clásico y elegante, supieron emocionar a los que allí se congregaron, mientras se escuchaban las marchas que nacían de los instrumentos de la Banda de Cornetas y Tambores Sant Lluis Bertran (Valencia) y nuestra Banda Municipal de Música de Osuna. Tras la salida, la Cruz de guía avanzaba buscando su histórica plaza de la Merced.
Por Gordillo y Carrera, continuó su camino el Cristo atado a la columna, que paseó su nueva túnica morada y la restauración de sus respiraderos llegando majestuoso a Carrera oficial donde apenas se podía ver el suelo de la plaza Mayor, por el gentío que lo cubría. La Banda Municipal de Gines acompañó a María Santísima de la Soledad en su recorrido, provocando los aplausos de todas las personas que rompían a llorar a su paso.
Explosión de emoción, la que tuvo lugar en la plaza de la Merced, con la llegada de Nuestro Padre Jesús Caído, volviendo a sus raíces, y con todos sus vecinos esperando al “patrón” de su barrio. Tras bajar por Alpechín y enfilar la Carrera, llegó a la plaza Mayor para pasar por Carrera Oficial y prepararse para la “Odisea” de la subida a la Colegiata por Luis de Molina.
Los costaleros del paso de Misterio de Cristo atado a la columna continuaron con su recorrido mostrándonos su buen hacer en el “arte de llevar al Señor”, destacándose su paso por nuestra querida calle molinos, entre cuya estrechez acogedora se vivieron momentos de emoción indescriptible sumados al bello caminar de María Santísima de la Soledad. El Cristo, al llegar a las puertas del convento del Carmen, esperó, como siempre, a su Madre, para levantarse y ser mecido al son de la marcha, al igual que después hizo la Virgen. Bellísima la entrada de esta Hermandad, que nos dejó la alegría de su extraordinaria Estación de Penitencia, junto a la tristeza de esperar un año más para disfrutar de su desfile procesional.
Nuestro Padre Jesús Caído subió de forma soberana la dura y pedregosa Cuesta de los Abades, acompañado hasta el final por los ursaonenses que no querían perder ni un instante de nuestra Semana Santa. Nuestra Señora y Madre de los Dolores, realizando un esfuerzo supremo admirable, subió en una “chicotá” desde la plaza Mayor hasta la Insigne Iglesia Colegial, donde se encerró entre los claveles blancos que la adornaban, en una sorprendente maniobra costalera. Entre sus muros se escuchó el último toque del llamador que fue seguido de saludos efusivos entre los hermanos de la Hermandad y espontáneas felicitaciones.
En resumen, unos corazones ursaonenses llenados por un Jueves Santo engalanado con las Estaciones de Penitencia de nuestras queridas Hermandades y bañadas por la luz de la Luna y las estrellas que Dios quiso regalarnos aquella mágica noche. Enhorabuena Humildad y Paciencia y Nuestro Padre Jesús Caído.
Manuel Jesús Rangel Torrejón
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